Beneficios del fósforo en los arrancadores a soja
Nos encontramos ante un contexto desafiante para la próxima campaña de soja. Por ello, será clave realizar un diagnóstico preciso y aplicar el tratamiento adecuado a las semillas con fungicidas, para garantizar una correcta implantación del cultivo, complementado con una nutrición adecuada y equilibrada.
A medida que se acerca la campaña de soja, este año en particular, diversos especialistas han señalado la caída en la calidad de la semilla, lo que pone en riesgo los planteos iniciales. La campaña 23/24 ha dejado secuelas importantes en las semillas debido a las condiciones climáticas, lo que genera grandes preocupaciones sobre la sanidad del cultivo. Esta situación cobra aún más relevancia, ya que la superficie sembrada será mayor y cualquier problema de implantación podría impactar significativamente en los rendimientos generales de la campaña.
Las decisiones que se tomen previas al momento de la siembra serán determinantes para lograr un buen rendimiento. Por eso, es crucial asegurar que el cultivo no se vea afectado por un menor poder germinativo ni por la falta de vigor de las semillas. Para ello, es fundamental realizar una evaluación de las semillas en laboratorios especializados.
Junto con una correcta evaluación sanitaria, es importante incorporar una estrategia de fertilización balanceada, que incluya nutrientes clave como fósforo, azufre y calcio, los cuales contribuirán a un buen establecimiento y desarrollo posterior del cultivo.
En esta campaña, la soja juega un papel protagónico en nuestra agricultura, por lo que es esencial conocer y manejar adecuadamente su nutrición para alcanzar los mejores rendimientos. La soja tiene altos requerimientos nutricionales por hectárea, lo que implica que necesita una nutrición adecuada, que dependerá tanto del rendimiento esperado como de la disponibilidad inicial de nutrientes en el suelo.
Un plan de fertilización adecuado a las necesidades del cultivo tiene como objetivo mejorar el desarrollo de las plántulas mediante la correcta provisión de nutrientes esenciales, disponibles para las raíces. Esto favorece un rápido establecimiento del cultivo, ya que el desarrollo de las plantas y su rendimiento están influenciados durante las etapas tempranas. Al contar con plantas de rápido crecimiento, se incrementa su resistencia al ataque de plagas y enfermedades, y su capacidad para competir eficientemente con las malezas presentes en el lote.
Para lograr una nutrición balanceada, es fundamental realizar un adecuado muestreo del lote y un posterior análisis de laboratorio. Además de los análisis tradicionales como el contenido de fósforo, es recomendable incluir otros parámetros como los niveles de materia orgánica y pH, para obtener una evaluación integral.
El fósforo
Este nutriente ha mostrado niveles de deficiencia moderados a severos, condición que varía según el lote y la zona. Cuando los niveles de fósforo caen por debajo de 15 partes por millón, aumentan significativamente las probabilidades de respuesta positiva a la fertilización. Con un análisis certero de la situación actual del lote, evitamos aplicar fósforo innecesariamente o sub-aplicarlo, ya que este fertilizante representa alrededor del 50% de los costos directos de producción.
El cultivo de soja tiene una alta demanda de fósforo para su crecimiento, así como un alto índice de cosecha de los nutrientes absorbidos. Las deficiencias de fósforo en soja se manifiestan a través de un crecimiento reducido de las hojas y el tallo, un color verde oscuro, una biomasa pequeña y una menor cantidad de granos, lo que finalmente se traduce en un rendimiento inferior.
Las fuentes de fósforo son fundamentales para el crecimiento y desarrollo de la soja, ya que este nutriente participa activamente en procesos esenciales como la fotosíntesis, la transferencia de energía y la síntesis de ácidos nucleicos. Cuando la disponibilidad de fósforo se convierte en un factor limitante para el desarrollo normal del cultivo, la absorción de fósforo por las plantas ocurre principalmente en las zonas del suelo donde este nutriente está más concentrado. Generalmente, el fósforo se encuentra en bajas concentraciones en la solución del suelo y tiene baja movilidad, lo que provoca una distribución irregular, tanto horizontal como vertical, en el terreno. Las variaciones en los niveles de fósforo disponible en el suelo, producto de las prácticas de fertilización actuales y de los cultivos anteriores, afectan la capacidad de las plantas para captar este nutriente.
Por otro lado, las semillas de soja son especialmente sensibles a los efectos salinos y fitotóxicos de los fertilizantes cuando estos entran en contacto directo con ellas. Los factores que pueden influir en este riesgo son el tipo de fertilizante utilizado, la dosis aplicada y las condiciones hídricas del suelo al momento de la fertilización.
Ante estas condiciones, es recomendable optar por fertilizantes arrancadores que entregan mayores concentraciones de fosforo soluble de forma inmediata. En todos los casos, es fundamental ajustar la dosis según el contenido de fósforo del fertilizante y verificar si la formulación incluye otros nutrientes adicionales, como puede ser el azufre.
Las formulaciones líquidas resultan ser efectivas y presentan un menor riesgo de daño a las plantas. En el caso del fósforo, es ideal que el 100 % del nutriente esté en forma de ortofosfato, lo que asegura un suministro inmediato de fósforo, especialmente cuando las temperaturas del suelo son bajas.